Bueno. Malo. Sensato. Mentiroso. Atrevido. Cerrado. Violento. Delicado.
Y bien, quién decide qué está bien y qué está mal? Por qué tenemos unas pautas marcadas de lo que debemos o no hacer?
Nada de eso. Ni mi mundo es bueno ni mi mundo es malo, simplemente es mío y con este adjetivo lo defino a la perfección.
Quizás es porque el hecho de que sea mío significa todo lo que creo, todo lo que pienso, todo lo que quiero. Mi mundo es fuerte en los momentos de alegría y se hunde cuando alguien lo pisa. Mi mundo no es redondo, ni cuadrado, ni poligonal, no tiene límites, mi mundo tiene forma de corazón porque ante todo van los sentimientos. Ni dignidad, ni orgullo, donde esté el respeto que se aparte lo demás. En mi mundo caben los clásicos, los normales y los raros. Mi mundo cada día tiene un amanecer distinto y un anochecer exactamente igual al anterior: la misma estrella a la derecha permanecerá siempre en el cielo negro, esa que me recuerda que mientras tú estés siempre habrá, por pequeño que sea, un soplo de luz, un soplo de esperanza.
Resumiendo, mi mundo es mío y lo dirijo yo pero cuando mi mundo te ve... se rinde a tus pies.
No hay comentarios:
Publicar un comentario